miércoles, 10 de agosto de 2016

'CASO TOMILLERO'

Negros del Ku-Klux-Klan

Por Eduardo Nabal

 

 

“Mi familia es el PP”, afirma Jesús Tomillero, arbitro de un pequeño equipo de futbol de Cádiz. Uno de los primeros colegiados jóvenes en salir del armario’, que abandonó la vocación/profesión debido a la fuerte presión homofóbica e insultos vejatorios denunciados por varios colectivos LGTB en activo.
            Los futbolistas no mostraron el mejor gesto de apoyo. Era como una llamada al continuismo en el fútbol macho e hispánico ¿Quién te manda salir del armario? Pero muchos otros sectores, por supuesto de izquierdas o pertenecientes al mundo del espectáculo (hoy en día el futbol se mueve entre el deporte, la política y el mundo del espectáculo) sí respaldaron al joven juez de los campos deportivos. Alberto Garzón dijo: “Queda mucho por hacer con la homofobia en el deporte”, lo que tampoco es decir mucho, ni proponer nada. Algo esperable viniendo de un futbolero irredento, futbolista de vocación, político de profesión.
            Tomillero era “un juez del balompié bastante severo”, según sus seguidores. Y bien parecido. Morboso y, según comentan, levemente sádico. Algunos grupos de gays y lesbianas  llegaron a organizarle un partido ‘especial’  para que pudiera sacar tarjetas a gusto. Rojas y amarillas. Para algunos, ya “solo rosas”. Y que no se oyeran más pitidos que los de su silbato. Pero cuando le preguntaron por sus ideas, Tomillero imperturbable los lanzó un jarrón de agua fría a la comunidad que lo respaldaba: “Mi familia es el PP”, que no es lo mismo que “Mi familia es del PP”.  ¿Qué espacio de confort había encontrado Tomillero que, de pronto, le hacía salir por la puerta trasera del vestuario perseguido con violencia sin renegar de la derechona que lo lanzaba a sus cachorros? ¿Por qué los grupos gays que denunciaban la homofobia beligerante de la Iglesia y el PP le tendían la mano? ¿Qué es lo que Tomillero no veía o que veían en Tomillero para formar una familia tan peculiar?
            “Espero vivir para asistir a la desaparición del fútbol, la LOMCE y el bilingüismo”, me decía un amigo profesor y gay de la marea verde. Pero con la reválida al PP en las urnas, el fútbol ha cobrado mas importancia porque a nadie le gusta ver que ha votado a otro imputado, pensar demasiado ni saber que lleva mas de un año sin gobierno. Y la educación religiosa amenaza con volver triunfante. De Tomillero poco sabemos ya, “otro negro del Ku-Klux-Klan”, escribía un cibernauta debajo de Tomillero con “la tarjeta roja a la homofobia”.
            Evidentemente sin entender las claves de Andalucía se me pueden escapar muchas cosas, pero, de pronto, Tomillero se convierte en un extranjero en todas partes. Nada simpático por cierto. Porque no es el niño de “Pan negro” de Villaronga decepcionado hasta el horror por el crimen de una familia republicana y de izquierdas hacia un joven gay, que además es  ingresado finalmente  en un colegio de curas, sino que es un joven del siglo XXI, que en uno de los momentos más difíciles de su vida afirma algo con un trasfondo inquietante que para muchos dice bien  poco en su favor, tanto a nivel mental o cognitivo como empático hacia los que realmente  le han tendido la mano y han luchado contra esa derecha clerical  que niega derechos y libertades a “su colectivo”. Tomillero le saca la tarjeta a la homofobia pero su capacidad de análisis demuestra que el fútbol y el PP que le dan la espalda siguen siendo “su familia”. Porque como diría una serie de EEUU, ante todo “somos una familia”.
 

 

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