El fondo de un vaso
Por José García
Varias veces a la semana, en el número 9 de la calle Cervantes de San Fernando, Abel*
sube las escaleras del primer piso para encontrarse con sus compañeros y
compañeras de viaje: amas de casa, desempleados, jubilados, reincidentes, que
participan en las terapias de grupo de Alcohólicos Anónimos, una alternativa, o
un complemento, según se mire, a los remedios farmacológicos que ofrece el
Centro Provincial de Drogodependencias para la deshabituación del
alcohol.
Abel, de origen limeño, llegó a España hace doce años. Ya traía su
pequeño problema (o grande, según la proximidad con el paciente del individuo
que lo observa) entre los bártulos de su equipaje. Llegar aquí y superar todo
el proceso migratorio le dejaron sin fuerza. Y aquel pequeño-grande problema
batió todos sus récords. Demasiado peso en la mochila.
Según estudios más o menos solventes, como el publicado por el British
Medical Journal en 2013, los jóvenes gays son más propensos al consumo de
alcohol y de tabaco desde la adolescencia hasta los 18/19 años. Luego puede ser
un suma y sigue. "¿Porque la cultura gay es más hedonista? No, no tengo
muy claro que eso sea lo más determinante. Al alcohol llegamos por una primera
carencia emocional, porque tienes que enfrentarte a un fuerte rechazo social. Y
luego, sí, podríamos decir que el ambiente gay favorece esta adicción porque es
el que te proporciona las vías de escape a toda esa presión", afirma
rotundo Abel.
El mencionado estudio británico también señala a la presión social
-y personal- sobre la homosexualidad como la causa más determinante de los
índices de alcoholismo entre la población gay, considerando "lógica"
la tendencia de un porcentaje muy importante de ella a escapar o evadirse de
sus problemas apoyados en hábitos que cree que le pueden reportar seguridad
personal y autoestima.
Andrés, que esa tarde dirige la sesión informativa de Alcohólicos
Anónimos, también aporta una opinión que emerge de su contacto cotidiano con
los pacientes: "Los gays son más vulnerables socialmente, su estado
anímico, la trayectoria de 'bullying' que arrastran, la falta de aceptación
social, les afecta muchísimo y el alcohol se convierte en una válvula de
escape", dice.
¿Es esta una visión tremendista de la vivencia homosexual en 2016?
"En San Fernando, La gente te sigue mirando y comentando a tus espaldas,
por mucho que se haya aprobado en España el matrimonio gay. Trabajé durante
seis años en una empresa y nunca dije que era gay. El jefe lo era abiertamente,
y la gente siempre estaba comentando de todo", ilustra Abel.
El limeño ha dejado en Perú a un hijo con el que nunca ha vuelto a tener
contacto físico desde que llegó a España. A veces hablan por teléfono: "En
septiembre le dije que era gay. Y la verdad que al principio no lograba
entenderlo". Mientras tanto, su pareja española es el principal soporte de
su voluntad para transitar al pedregoso terreno de la abstinencia. "Ser
migrante es una circunstancia añadida. Cuando llegas aquí te sientes solo,
aislado, y la compañera más próxima es la botella", añade.
Hasta que un día vio el fondo del vaso: "La decisión de dejar la
bebida se toma siempre a una cierta edad, cuando ya has bebido bastante.
Entonces buscas ayuda. Yo preferí no medicalizar el problema y decidí no tomar
fármacos para dejarlo. Mi medicación son mis compañeros de terapia".
Teléfono
de información de Alcohólicos Anónimos en la provincia de Cádiz:
606 210 001
*Todas las personas referidas en este artículo obedecen, por razones obvias, a seudónimos.
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