jueves, 1 de diciembre de 2016

DÍA MUNDIAL CONTRA EL SIDA

1 de diciembre




Por Sejo Carrascosa*








Otro 1 de diciembre,  día internacional de lucha contra el SIDA, y no sé cuántos van ya con este, he perdido la cuenta, pero recuerdo todo lo aprendido desde aquellos días en que rabiosos y desesperados salíamos a la calle para protestar, visibilizar e intentar parar la masacre que nos rodeaba. Cuando la impotencia nos consumía y asistíamos a la muerte de seres querido, amados o simplemente dejados a su suerte por la inactividad criminal de los poderes públicos.



            Aquellos años en que nos tocó madurar de golpe, si es que madurar pueda ser constatar que la muerte no solo duele, sino que es la más cruel expresión de la injusticia. Aprendimos nombres de enfermedades: Toxoplasmosis, Septicemia, Citomegalovirus…, que hasta entonces resultaban exóticas o raras y ahora eran letales. Conocimos los Cd4s, la medida en que contábamos el descenso al ocaso vital. Gritábamos porque el silencio era la muerte. Luego llegaron los antiretrovirales, y de nuevo nuestros cuerpos pasaron a ser cobayas, había que calcular tantos efectos no deseados, tantas dosis excesivas o insuficientes. Agarrados a cualquier avance farmacéutico seguíamos viendo agonías, muertes y nuevas infecciones.



            Éramos conscientes de que el SIDA no era solo la marca de la desigualdad, de clase, de genero, de raza, de edad, sexualidad o cultura... Era también una apuesta política que minaba los criminales cimientos del sistema: aprendimos cómo eran los ejes en que se podían vertebrar la necropolíticas. Nos querían monjiles y virtuosas pero éramos tan putas…


            Aunque también es cierto que las maricas nos agarrábamos a la vida, nos enterábamos de cómo era ese virus y como se transmitía. Nos picaba el coño y no íbamos a dejar de follar, pero sabiendo  qué y cómo hacer. Nos tocó hacer la prevención ante la desidia del estado.

            Al final la solución llegó, pero no llegó a todo el mundo, ni llegaba de la misma manera. Empezó a salir a la luz lo que ya sabíamos, pero esta vez con indicadores y datos: que el SIDA se encarnaba en  mujeres, pobres, racializadas, de países empobrecidos, transexual, trabajadora sexual, maricona, porculizada…, en fin, en personas reducidas a cuerpos sin dignidad, sin derechos.

            Y el activismo superviviente se recicló con las nuevas profesiones y en nuevas formas de lucha que lograron pequeños, pero vitales triunfos. Ya no éramos grupos desahuciados los que salíamos a la calle, ahora éramos ONGs con profesionales en servicios sociales, con personas voluntarias y asalariadas, dependientes de las subvenciones, del prepucio presupuestario de las administraciones. Se logró acelerar el acceso a tratamientos, aumentar servicios sociales, paliar efectos secundarios y poner en la mesa de las administraciones las demandas que necesitaban la personas que vivían con VIH.

            Y llega otro 1 de Diciembre, otro día más de lucha contra el SIDA, y sí, sí han cambiado mucho las cosas, sobre todo en prevención. Con los tratamientos hemos logrado cargas virales indetectables, que hacen imposible el contagio; pruebas de detección instantáneas,  profilaxis pre y post exposición, y avances científicos para acabar con el VIH altamente prometedores. Pero no hemos conseguido erradicar la homofobia, el estigma o la injusticia, ni siquiera que se reconozcan nuestros seres queridos muertos, tanta juventud truncada, tanto sufrimiento y exterminio del que el SIDA, como tantos factores más, no es más que la punta del iceberg de un sistema en el que la vida está al servicio de la riqueza, de un hetero-capitalismo asesino. Seguirá existiendo, desgraciadamente, un día de lucha contra el SIDA, mientras no imaginemos, no construyamos un mundo sin capitalismo heteropatriarcal.

*Sejo Carrascosa es activista antisida y técnico en prevención de ITS.



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