lunes, 6 de marzo de 2017

FERNANDO LÓPEZ RODRÍGUEZ (FERNANDO PARRA), BAILAOR Y FILÓSOFO
























"Inicie mi investigación sobre el flamenco y el armario cuando entendí que el escenario y, en general, el arte, podían ser armarios más fuertes que algunos propios de la vida cotidiana"

 

Por Eduardo Nabal



 
Fernando López Rodríguez (Fernando Parra) es bailaor y filósofo. Desde 2009 dirige su propio proyecto coreográfico que compagina, en la actualidad, con la investigación académica, siendo doctorando contratado en el Departamento de Danza de la Universidad París VIII-Vincennes-Saint-Denis (Francia). Acaba de publicar el ensayo De puertas para adentro. Disidencia sexual y disconformidad de género en la tradición flamenca (Editorial Egales, Punto G, 2017)




EDUARDO NABAL.- Primero felicitarte por un libro así que es un placer leer incluso para los que no conocemos de cerca el mundo del flamenco. Desde el principio parece que hay una tensión muy clara entre la hipermaculinización de los bailaores tradicionales y las corrientes subversivas, así como entre lo que empieza siendo un arte para jovencitas a una suerte de mundo hiperviril ¿Pero no hay cierta autoparodia, voluntaria o no, en esa hipervirilidad ya desde el principio?

FERNANDO LÓPEZ RODRÍGUEZ.- : En la pregunta que me planteas hay dos cuestiones interesantes: en primer lugar, en relación con el tiempo histórico que tradicionalmente se ha presentado como un relato (coherente) y lineal. En las dos primeras décadas del siglo XX parece ser que el fenómeno del travestismo escénico era un fenómeno bastante corriente en los cafés cantantes donde se producía flamenco, pero con la llegada de la dictadura la cosa se volvió más compleja. En segundo lugar, no sé hasta qué punto el travestismo podría considerarse como una forma paródica. Y en tercer lugar, la parodia (el humor en general), como ya han estudiado diversos autores, es un fenómeno bastante poco subversivo: el humor presupone la legitimidad de una norma social cuya ruptura momentánea produce risa en el espectador, pero no es en sí misma una invitación a su ruptura ni un ejercicio de persuasión para que cambie. 

E.N.- Hay un elemento recurrente  en los primeros bailarines gays que es la tensión entre lo público y lo privado (ese armario o secreto a voces que figura en el título)  que se lleva  a las coreografías. Aún hoy fuera del flamenco determinadas formas de bailar (sin entrar en conceptos heredados de la teoría queer) se consideran que rompen códigos de la masculinidad y otras formas no. Tu pones en el centro “el cuerpo del bailarín o el bailaor”. Hay un largo recorrido con ejemplos claves ¿El paso al travestismo es anterior de lo que se piensa o comienza dentro de lo minoritario o lo subcultural atendiendo a las reglas sociales del momento?

F.L.R.- Como te decía, es un fenómeno tradicional en las artes escénicas y con una cierta presencia desde la escenificación del flamenco, si bien su existencia (o al menos su visibilidad y su rastro) se interrumpen según la época histórica. Esto no quiere decir que no existiera, sino que tal vez no ha quedado rastro porque eran fenómenos relegados a escenarios más marginales y/o porque pertenecían a esa clase de cosas cotidianas que quedan en la memoria oral pero no dejan rastro escrito.

E.N.-El flamenco se asocia de manera algo tópica a ciertas expresiones del “arte masculino” de la étnia gitana. No obstante sería también una forma de feminización, ya que es una expresión artística que se inserta en las coordenadas de un grupo marginal o marginado ¿Qué lugar ocupan las mujeres y las lesbianas en este juego de roles en un mundo que se ha considerado, erróneamente o no, varonil incluso cuando aparece atravesado por “lo marica”?

F.L.R.- Dudo de que el factor étnico gitano pueda entenderse como un elemento de feminización, simplemente por proceder de un grupo marginal. Lo interesante es, como tú apuntas, el lugar que ocupa la mujer en esas coordenadas, qué le está permitido y qué no, y cuáles son las posibles estrategias de emancipación.

E.N.-En Cádiz se ha homenajeado a dos flamencas (utilizó el femenino porque sus nombres artísticos eran en femenino) históricas del tardofranquismo. ¿Crees que las fusiones del flamenco con otras músicas o formas de danza conllevan una degradación o un avance? Y respecto a las resistencias y los armarios ¿Siguen vigentes o depende cuándo y dónde? Tenemos el ejemplo reciente de los insultos homófobos a Miguel Poveda, por poner un ejemplo sonado.

F.L. R.- Los armarios existen en mayor o menor medida en función del contexto: una de las cuestiones que me animó en su día a iniciar esta investigación fue el entender que el escenario y, en general, el arte (que en mi imaginario pertenecía a esa clase de lugares en los que uno puede tener mayor libertad) podían ser un armario más fuerte que algunos propios de la vida cotidiana. Respecto de  la fusión y el devenir artístico del flamenco, no creo  que el arte se degrade o avance hacia ninguna parte: simplemente se transforma. Como en el caso de la Historia, se nos ha acostumbrado a pensar el tiempo y las cosas que suceden en él desde un modelo lineal en el que las cosas o “progresan” o “retroceden”, y en el caso del arte creo que es un modelo limitante. El flamenco que se hace hoy no es ni mejor ni peor que el que se hacía hace diez años, simplemente “es”.

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