lunes, 17 de julio de 2017

EL 'CONDÓN QUÍMICO': PERSPECTIVAS GLOBALES

La nueva medicalización de la sexualidad

 

Por Cristian Alberti



 

 
Tomar PrEP (Profilaxis Pre Exposición) es una de las nuevas alternativas que la industria farmacéutica y el poder médico están ofreciendo como estrategia para evitar la infección por VIH. A esta propaganda que desde estos poderes se le está brindando a los antirretrovirales (tenofovir y emtricitabina), se pliegan ciertos sectores de la comunidad LGBTQI que, a priori, parecieran no problematizar que es el consumo de los mismos antirretrovirales que se toman cuando una ya tiene el virus y quiere adherir a un tratamiento.
Los estudios y estadísticas publicadas hasta el momento indican que la efectividad de la Profilaxis Pre Exposición es de un 90%. Vale aclarar que éstos recién se comenzaron a realizar en 2010 y que, si bien lo publicado hasta el momento es muy escaso, no por ello nos debe hacer reproducir un discurso que tiene a la Organización Mundial de la Salud como otra de sus principales portavoces. Resulta indispensable aclarar también que el objetivo de la OMS en lo referido a VIH/SIDA, para el 2020, es la tan conocida campaña 90-90-90: llegar a un 90% de personas infectadas que conozcan su diagnóstico, que el 90% de quienes conocen su diagnóstico adhieran a un tratamiento antirretroviral y que de quienes adhieran al tratamiento, el 90% se encuentre en estado de indetectabilidad. Frente a este escenario, podríamos preguntarnos ¿quién va a hacerse cargo de los costos económicos de estas políticas en países que históricamente vulneran el acceso a derechos elementales como la salud, a masas poblacionales cada vez más amplias? ¿Cuándo fue que dejamos atrás, si se dejaron atrás, o si alguna vez se las tuvo en cuenta, las luchas iniciadas por lxs primerxs infectadxs en relación a garantizar primero la medicación para todas las personas que quieren acceder a la misma? ¿Cómo van a obligarnos a tomar medicamentos si el mismo protocolo que impulsan muchos Ministerios de Salud de diferentes países sostiene que cada persona tiene el derecho a decidir si comenzar un tratamiento o no?
En cuanto a la PrEP, resulta importante no perder de vista que es la administración, en el cuerpo que el poder biomédico denomina “sano”, de un conjunto de antirretrovirales mensuales, con los correspondientes exámenes de control que se hace cualquier persona leída como “enferma de VIH” (aunque no sea una enfermedad stricto sensu) por éste mismo poder. Y aunque, como anteriormente señalábamos, los estudios y estadísticas son muy pobres hasta el momento, eso no imposibilitó que organizaciones como Fundación Huésped Argentina hayan comenzado una campaña propagandística de la PrEP, reproduciendo el discurso de la OMS y destinando la misma a hombres que tienen sexo con hombres (HSH) y mujeres trans, retornando con ello a la supuesta población de riesgo que creíamos haber dejado atrás después de tantos años batallando contra la idea de la peste rosa y el cáncer gay, a la vez que demuestra la vigilancia realizada a través de mecanismos epidemiológicos de ciertas prácticas sexuales. Otra vez surgen con esto varios interrogantes: ¿Quiénes se van a hacer cargo de los gastos económicos de estos medicamentos cuando las políticas del actual gobierno de Argentina generan un faltante de antirretrovirales en los hospitales públicos y la suspensión de diferentes esquemas a personas que adhieren a un tratamiento? ¿Si continuamos hablando de VIH/SIDA desde una perspectiva epidemiológica, qué hacemos con los factores socioculturales? ¿Vamos a pasar por alto estas estrategias de gubernamentalidad que tienen como objetivo el control de la sexualidad? ¿Qué pasó con los saberes producidos por ACT-UP y otros movimientos activistas del SIDA de los años 80 cuando interpelaban a las farmacéuticas para que se abrieran las píldoras que se comenzaban a probar en la población infectada, cuando hoy en día aceptamos las propuestas de las farmacéuticas sin problematizarlas previamente?
Mientras quienes defienden el ejercicio del “farmacopoder” (Preciado, 2008) se encargan de embellecer las políticas de medicalización de los cuerpos vía PrEP, en diferentes partes del mundo como Autralia, Nueva York y Toronto, algunas personas resultan ser positivas a las pruebas de VIH estando bajo el tratamiento de Profilaxis Pre Exposición. “Otro caso denunciado en Amsterdam todavía está siendo investigado” según informa The Gaily Grind (www.thegailygrind.com/2017/05/23/despite-daily-hiv-prevention-regimen-third-prep-user-tests-positive-hiv/).
Estos claramente son los primeros casos que salen a la luz, pero no por ello podemos dejar de verlos como una muestra de que desde el 2010, que empezaron a realizarse los estudios, lo que se está llevando adelante son experimentaciones y ensayos clínicos sobre los cuales no estamos cuestionando su funcionamiento ni su implementación y es hora de que comencemos a hacerlo. ¿Qué esperamos para empezar a intervenir en la producción del conocimiento científico que usan tanto las farmacéuticas como la clínica para fundamentar su accionar y sus discursos medicalizantes? ¿Seguiremos mucho tiempo más aceptando estos discursos como los únicos sin generar técnicas de resistencias y de subjetivación disidente?
Quienes nos reconocemos como activistas seropositivas, entiendo que necesitemos visibilizar el avance inminente que el farmacopoder está llevando adelante en la era neoliberal en pos de la medicalización de todos los cuerpos. Pero creo primordial comprender que, como personas viviendo con el virus, todavía tenemos muchos objetivos a los cuales arribar. Uno de ellos es la necesidad de producir una ética seropositiva que nos permita visibilizar que nuestras vidas son vivibles y que un cuerpo seropositivo es habitable; ya que de seguir ocupándonos más de la discusión sobre PrEP estamos prestando más tiempo y atención a la construcción de un mensaje que apunta salvaguarda a personas seronegativas, mientras que nos olvidamos que dentro de la población infectada todavía hay compañeras que asocian el virus con una muerte inminente. Una muerte si no biológica, sí social y sexoafectiva. En varios países como Argentina la faltante de terapias antirretrovirales es un hecho, lo que vulnera el derecho de personas infectadas que quieren adherir a un tratamiento. Al mismo tiempo los discursos que tornan las vidas seropositivas como cuerpos desapropiados de cualquier potencia alegre siguen siendo, en muchos lugares, los que predominan e imperan. Esto produce, como todo acto performativo, un sentido y un significado y no es otro que la promoción y sanción de una forma de vida definida por la tristeza, la culpa, el miedo y la angustia.
Creo entonces que nos queda, entre tanto, problematizar las redes de estrategias ya llevadas adelante y poner en marcha la construcción de otras nuevas que nos permitan potenciar alegremente nuestras vidas post diagnóstico VIH positivo. Producir y crear redes de pares en las que el antídoto al poderoso veneno inoculado por la sociedad capitalista, de la mano con su cultura binaria y heterosexista, sea la información y los saberes producidos por nosotras mismas, desde nuestras experiencias y no por la industria farmacéutica; porque sabemos que esa cultura nos necesita deprimidas, entristecidas y con nuestra desesperación se sostiene su hegemonía. Poner en marcha vínculos afectivos que rechacen de lleno el colaboracionismo con el actual estado de las cosas. Generado por un sistema que produce marginalidad y pobreza en amplios sectores de la población y encuentra en la tristeza su principal forma de gobierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario